miércoles, 27 de julio de 2011

El "Periquito" del pueblo

WIlliam Chiroque sigue haciendo noticia, esta vez en la sección "La seño María" del "Trome" :

El fotógrafo Gary resaltó el nivel futbolístico de William Chiroque en la Copa América Argentina 2011.


El fotógrafo Gary llegó al restaurante por un tacu tacu de arroz y frejoles con un bisté montado y una jarrita de emoliente calientito. “María, la historia de “Periquito” Chiroque es fantástica. Y creo que debe servir de ejemplo, especialmente a los más jóvenes. Nació hace 31 años en un pueblito perdido de Piura, llamado La Pilca, en el seno de una familia muy humilde, pero trabajadora y decente. Desde pequeño le encantó el fútbol y por eso jugaba sin zapatos en polvorientos campos junto a vacas y mulas. Un día, siendo adolescente, se fue solito a probarse al Atlético Grau de Piura donde no le hacían mucho caso por su poco peso y tamaño. Pero un día entró a la cancha y no salió más. Solo le bastó un año para demostrar su valía.

En el 2002 pasó al Alianza Atlético donde se quedó tres años. Al tiempo, un grande, como Sporting Cristal, lo contrató, sin embargo, ahí solo estuvo seis meses y volvió al cuadro de Sullana. El 2007 partió a Cienciano del Cusco y desde el 2009 es figura del Aurich. Este hijo predilecto de Morropón fue llamado algunas veces a la selección, pero jamás recibió una verdadera oportunidad para demostrar su valor como volante o delantero, que son sus puestos. Pero nunca desmayó y siguió trabajando duro, con seriedad, por su hijita y esposa. Sabía que debía esforzarse más duro que el resto para no dar ni un centímetro de ventaja a rivales mucho más grandes y fuertes que él. Hasta que Sergio Markarián lo convocó para la Copa América. “Vaya usted y haga lo que sabe”, le dijo el técnico en Argentina. Y el “Periquito” salió con hambre devorador de triunfo.

En el campo dio muestras de lo que es: un jugador chiquito pero peligroso, siempre encarador, que no se asusta ante rivales ‘macheteros’. Al contrario, Chiroque se crece y mete miedo. Por eso se ganó el puesto y en el partido de cuartos de final ante Colombia fue fundamental para el triunfo 2-0. En ese partido lo comenzaron a ver diferente. Jamás “arrugó” ante defensas consagrados. En la derrota 2-0 ante Uruguay, en semifinales, ingresó en el segundo tiempo y dio más movilidad al equipo, pero no fue suficiente. Su desquite llegó en el encuentro contra Venezuela, por el tercer puesto. Anotó el primero de los cuatro goles con que arrasamos y se ganó el respeto. Jamás se achicó y se cansó de encarar y dar pases “venenosos”. Resultó el socio ideal de Paolo Guerrero, un atacante de talla mundial y millonario. Mientras el buen Paolo colecciona autos fantásticos de cientos de miles de dólares y mata el tiempo comprando caballos de carrera, Chiroque invierte su decoroso sueldo del Juan Aurich comprando tierras para cultivar en la alejada tierra donde nació, en adquirir vacas y también chanchitos. Por eso la gente quiere a William. Porque lo siente suyo. Un muchacho simple de barrio. Y porque demostró que trabajando duro, con honestidad y optimismo, sin agachar la cabeza ante nadie, se pueden lograr grandes cosas. Hoy varios clubes extranjeros quieren tenerlo en sus filas y él, a sus 31 años, se ilusiona como un chiquillo de 20. Lo más importante es que ya se ganó el corazón de los peruanos y su mensaje para toda la juventud es “sí se puede””. Qué historia tan bonita. Me voy, cuídense.

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